sábado, 31 de diciembre de 2016

2016



2016

Ha sido un año de cambios.

Dejé de comer animales, de forma natural. ,Después de años de culpas, inseguridades, médicos, preguntas. Me sentí libre. Sentí que por fin había tomado una decisión que se presentaba sin esfuerzo alguno, con la cual me sentía plenamente coherente, convencida y sin necesidad de justificarme.

Encontré una alimentación que me hace sentir bien, respetuosa, agradecida. Pero aún tengo camino por recorrer. Mi cuerpo me envía señales, y debo escucharlas, no huir como hice en otras ocasiones.

Dejé de lamentarme por un trabajo que no me gustaba, decidí apostar por encontrar mi pasión. La encontré.

Encontré un nuevo  trabajo, el que dentro de mí esperaba y sentía que debía llegar. Que había dibujado con esfuerzo, a través de escuchas, observaciones y diálogo interior. Un trabajo que es mi pasión y vocación. Gracias al cual disfruto y aprendo. Gracias al cual me enfrento con mis inseguridades y miedos. Gracias al cual he conocido a personas y proyectos inspiradores.

Pero también un trabajo que me ha arrastrado, al que me he volcado en cuerpo y alma. Descuidando por el camino a mi pareja, a mis amigos, a mi familia y también a mi misma (menstruación, sexualidad, sueño…). Por suerte, también ha sido el año de comprender que esa tan ansiada vocación se convierte, a la vez, en pesadilla si olvidamos aquello que tenemos tan cerca y que muchas veces descuidamos.

(Olvidé el placer de cocinar para mi pareja, de prepararle sorpresas. Olvidé visitar a mis abuelos y hacernos compañía. Olvidé escuchar a mis amigos. Olvidé los paseos, las películas, las lecturas, los silencios.)

El año que empieza, deseo dedicarlo a disfrutar de todo aquello que sé que me hace feliz. Porqué la suerte que tengo, es que conozco aquello que me llena, aquello que es para mí esencial. Y a la vez, deseo dejar espacio para descubrir nuevos territorios, personas y sueños.

2017…




sábado, 24 de septiembre de 2016


Lecturas de verano, IV




Si le recuerdo aquel viejo paseo por Via Nazionale, dice que se acuerda, pero yo sé que miente y que no se acuerda,  de nada; yo a veces me pregunto si éramos nosotros, esas dos personas, hace casi veinte años, por Via Nazionale; dos personas que conversaban tan amable, tan educadamente, mientras se ponía el sol; que hablaron de todo un poco y de nada; dos amables conversadores, dos jóvenes intelectuales de paseo; tan jóvenes, tan educados, tan distraídos, tan dispuestos a dar el uno del otro un juicio distraídamente benévolo; tan dispuestos a despedirse el uno del otro para siempre, aquel atardecer, en aquella esquina.


Él y yo. Las pequeñas virtudes. Natalia Ginzburg. 1962

sábado, 3 de septiembre de 2016


Lectura de verano, III




"Se puede saber si a alguien le gustan de verdad los libros por cómo los mira, por cómo los abre y los cierra, por cómo pasa sus páginas", decías. 

Nunca fuimos una madre e hija confidentes que se lo contaran todo, nunca fuimos amigas, nunca compartimos intimidades, creo que siempre intentamos ser la versión más presentable de nosotras mismas frente a la otra

En los últimos días en el hospital me llamaste "mamá" en varias ocasiones. (...) Nadie te avisa de que mientras se muere tu madre, te tendrás que convertir en su madre

Ya no es un todo, es sólo un conjunto de cualidades y defectos, un hombre como tantos otros, que mi amor ya no protege ni inventa, a la intemperie. 

Y pienso que tal vez podría decirle que estás en un lugar mejor, pero sé que no es verdad, porque durante mucho tiempo no hubo nada que te gustara más que estar con tus nietos y conmigo. 

También esto pasará. Milena Busquets. 2014. 

sábado, 27 de agosto de 2016

Lectura de verano, II




Nuestros oídos han ido evolucionando para ser nuestro sistema de alarma. Y en los lugares donde no cantan los pájaros nos ponemos en estado de máxima alerta. Vivir en una ciudad significa vivir acobardados para siempre. 

"Pégate a mi", me decías, "¿Por qué estás tan lejos?"


Si existe el hogar es para meter a cierta gente dentro y dejar fuera a toda la demás


Me acuerdo del día. Cogiste un taxi de cincuenta dólares desde el trabajo y me abrazaste, en la misma puerta, hasta que dejé de temblar. Ya se lo habíamos dicho a la gente. Ahora tendríamos que desdecirnos. Lo hiciste tú para que yo no tuviera que dar explicaciones. Después me preparaste una cena con todas las cosas que me habían prohibido comer. Embutido, queso sin pasteurizar. Dos botellas de vino y luego, por fin, a dormir. 


"¿Cómo es posible? - dice el filósofo -. "¡Pero si es una de las mejores personas que he conocido!" Ella ya lo sabe, ya lo sabe. Por eso mismo se plantea la pregunta. ¿Lo maltrató o le hizo daño o fue desleal con él?


La primera vez que follaron después de que ella se enterase. Dios, Dios. Desde arriba, él miraba el cuerpo de ella, que no era el cuerpo de la chica, y ella, alzando la vista, miraba el rostro de él, que no era su rostro. "Siento haber dejado que te sintieras tan solo", le dijo ella más tarde. "Deja de pedir disculpas", dijo él. 


Yo esperaba figurar en tu recuerdo más feliz


Departamento de especulaciones. Jenny Offill. 2016

viernes, 19 de agosto de 2016

Lectura de verano, I




Giose lloraba sin recato en la sala española del Museo de Bellas Artes de Budapest, mirando la felicidad inesperada de José y el niño. Francisco de Herrera le había arrancado el apósito de la herida. Lo obligaba a admitir que nada le parecía más emocionante y deseable que tener algún día también él, entre sus brazo, así, a su hijo. Un hijo que quizás no sería suyo, como Jesús tampoco era de José. 

El José de Francisco de Herrera le sonreía, en cambio, sereno y feliz desde ese bosquecillo en el que se había detenido en 1645, y le decía que imposible es únicamente aquello que no ocurre. 


En todas sus historias amorosas, Giose siempre había sufrido la falta de reciprocidad. Los hombres y las mujeres son simétricos, y la simetría no permite la existencia de vacíos que deban ser colmados. Como mucho, bordes que superponer. Sin embargo, inclinado sobre la línea meridiana de oro, había pensado que Christian era su opuesto, como la mitad de sí mismo. 


Christian empezó a decir que ya estaba cansado de las películas y los libros que ofrecían una visión maldita de la homosexualidad, cuyos protagonistas carecían de esperanza, estaban condenados a la infelicidad, al castigo e incluso a la muerto. (...) Quería un final feliz. Quería una comedia, algo que reflejara la condición contemporánea de la homosexualidad liberada y vivida sin sentimiento de culpa. 


Pero ese joven hablaba como si para la humanidad fuera cuestión de vida y muerte el hecho de conocerlo. Con la misma pasión con que Giose podría haber hablado de los riffs de guitarra de "Cocaine". Y reconoció esa pasión, y la respetó. 


El tiempo es percepción. Y también voluntad. Como un color existe únicamente para el ojo que lo percibe, del mismo modo un instante, una hora o un día existen sólo en relación con los hechos que lo definen. "Si esta hora que estamos pasando juntos te parece tan larga como de costumbre, la vigésima cuarta parte del día, creo que no volveremos a vernos nunca más. Yo voy en búsqueda de las horas desiguales."


Eres como eres. Melania G. Mazzucco. 2016