Un día me abandonó.
Dejó de llegar cada mes. De enrojecer mi vida durante
algunos días.
Al principio, ni me preocupé. Un problema menos.
Pasaron meses. Seguía sin echarla de menos.
De golpe, me di cuenta, que había algo en mí que faltaba. Una
pieza del engranaje.
Me sentía incompleta.
Y era justo eso. Fuente de vida, creatividad, regeneración.
Ahora la anhelo, la espero cada día.
Pero sigue sin volver, a mi.
Y yo, sin ser enteramente yo.
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